Atacados con botellas, puñales o piedras: así es ser vigilante de seguridad en el metro

Tras constatar el auge de las patrullas ciudadanas cazacarteristas en el metro de Barcelona, en Crimen y castigo hemos hablado con Nacho Arroyo, secretario de Organización del Sindicato Profesional de Seguridad.

Comprendre la postura de estos grupos pero asegura que “crean más conflictos que otra cosa" y que "están sobrepasando la ley constantemente". En este sentido, explica que estas patrullas “sí podrían actuar cuando ven que un carterista sustrae una cartera pero están actuando antes de que ocurra nada, algo que no pueden hacer”. 

Asimismo, añade que esta actividad “conlleva que se creen peleas y que se agraven los problemas en el metro”. Y es que, según Arroyo, “el metro es actualmente el servicio con más dificultades de los vigilantes”.

Crimen y castigo es el podcast de COPE.es que trata, en entregas monográficas, los temas más actuales relacionados con la delincuencia y todo tipo de conductas que resulten problemáticas socialmente. Lo hace en un formato dinámico, fresco, cercano, y con entrevistas a los implicados e intervenciones de expertos.

Dos jóvenes neonazis dan una brutal paliza a un vigilante de seguridad de Megapark (Mallorca)

Un vigilante de seguridad del Megapark ha sufrido graves lesiones tras ser atacado por dos jóvenes alemanes de ideología neonazi. El vigilante será operado este lunes.

La Policía Local detuvo el pasado sábado a dos jóvenes alemanes por la brutal paliza que infligieron a un vigilante de seguridad en la discoteca Megapark.

Al parecer, según ha confirmado fuentes de la empresa, el vigilante estaba intentando ordenar la entrada de las personas al recinto cuando estos dos alemanes, molestos con la actuación del vigilante, la emprendieron a golpes dejándole malherido y sangrando por las orejas. 

El vigilante aseguraba que no sentía las piernas. Este lunes será operado de las heridas.

La Policía Local, tras identificar a estos dos alemanes y registrarles comprobó que los mismos llevaban porotectores bucales. Asimismo, al comprobar el móvil de uno de ellos aparecieron fotografías con simbología neonazi.

Una mujer que se encontraba en el momento de los registros a estos dos alemanes empezó a insultarlos y aseguró a la policía que estos dos inviduos suelen armar peleas allí donde van y que son ultras fanáticos de un club de fútbol alemán.

Un vigilante del Metro: “Me despido de mi hijo y no sé si volveré”

Solo ante el peligr

Porros, juergas en el Metro, escenas de sexo, saltos a vías, fuertes peleas y carteristas descontrolados. “A los vigilantes de seguridad privada nos tratan como una mierda, no nos respetan nada”, detalla M.S, uno de los trabajadores que está dentro de la asociación Marea Negra, en una conversación con Metrópoli Abierta. La creciente inseguridad en Barcelona y la falta de efectivos policiales ha pasado factura a los vigilantes de seguridad privada, que se sienten más desprotegidos que nunca.

Con una porra y unos grilletes tienen que resolver situaciones complejas procurando que nadie salga herido. Al fin y al cabo, su cometido es impedir que se incurran delitos penales y administrativos allá donde estén ellos. En el Metro o en la calle. Por eso, desde la asociación exigen más medidas de autoprotección y más autoridad. “Paso miedo cuando hago una intervención”, confiesa M. S.

–Ellos son muchos, nosotros muy pocos. Cualquier paso en falso… una milésima de segundo y…

Silencio.

–Sé a lo que me dedico. Me despido de mi hijo y no sé si volveré a casa.

Según M.S y su compañero D.U, los carteristas “se crecen cada vez más” y van más armados. “Algunos menas acceden al Metro con cuchillos enormes y metidos de cola hasta arriba”, explican. “Les da igual todo, ese es el problema”, desvelan. No solo eso, sino que, además, ha corrido la voz entre los ladrones para que vengan a Barcelona a hacer de las suyas con total impunidad. Irónicamente, así lo admitía la propia alcaldesa de la ciudad, Ada Colau, asegurando que “les sale a cuenta venir aquí a robar”.

NOCHES DE FURIA EN EL METRO

La impotencia de los vigilantes es superlativa. Los fines de semana durante la noche, el Metro se convierte en una selva. En zonas como plaza Catalunya y el Port Olímpic se juntan decenas de carteristas que aprovechan cualquier distracción de los turistas para arramplar con todo lo que pueden. A veces, incluso terminan peleándose entre ellos mismos, según narran los vigilantes. Parece una broma. “Pillamos a los carteristas y a los diez minutos bajan de nuevo a robar”, dicen.

La escasa presencia policial se constata cuando atrapan a alguien cometiendo un delito. Los vigilantes de seguridad privada proceden a un cacheo superficial y a una retención preventiva hasta que llega un policía y determina qué se debe de hacer. Pero, en la mayoría de los casos, este intervalo de tiempo se hace eterno. “La gente se altera esperando y es ahí cuando se complica el asunto”, comentan.

EL DOBLE DE CARTERISTAS

Calculan que en los últimos cuatro años se ha doblado el número de carteristas en el Metro y más de un 80 % de ellos son extranjeros. “El Ayuntamiento no puede lavarse las manos, es un problema grave”, insisten.

Por eso, se indignan cada vez que son tildados de racistas, sobre todo en las redes sociales. “Si una persona se cuela, le pediré el billete, me da igual la nacionalidad”, deja claro M. S. “En algunos vídeos que se difunden no se cuenta la historia entera, solo se ve una parte. En la mayoría de casos, los ladrones nos provocan y suelen ser reincidentes. Ya los conocemos bien”, enfatiza. “Aunque nosotros también somos humanos y en ocasiones nos podemos equivocar”, reconoce.

La jornada laboral de estos vigilantes de seguridad privada termina al amanecer, pero el miedo se lo llevan a casa. La situación ha superado ya a varios compañeros: piden cambios de servicio porque “no quieren terminar ni en la cárcel ni en el cementerio”. Otra de las críticas de los trabajadores es la ley, que juega a favor de los delincuentes y perjudica a los vigilantes, según ellos. “Un compañero se enfrenta ahora a dos años de cárcel por dislocar el hombro de un ladrón que intentaba huir”, cuentan.

DE BAJA POR LA AGRESIÓN DE UN GRAFITERO

Sin ir más lejos, M.S también ha sufrido daños físicos en sus 30 años de profesión. Saca a colación una operación contra los grafiteros. “Son agresivos y van en grupos organizados de unas 20 personas”, subraya. Una noche –en el marco de una persecución– uno de los grafiteros se le abalanzó encima desde una tarima del centro comercial El Triangle. “Cayó en mi pie y estuve de baja nueve meses”. Tampoco se queda atrás D.U, que todavía tiene en la mano la cicatriz del mordisco de una carterista.

A este panorama se añade el creciente intrusismo laboral. “Nuestra tarea no es la misma que la de un controlador de acceso (portero) o auxiliar”, quieren resaltar. Y los sueldos “irrisorios” que cobran por “jugarse la vida cada día”.

–¿Si no puedo defenderme a mí, cómo voy a defenderte a ti?– deja en el aire.

Imagino la situación, asiento, y callo. Sobran las palabras.