El juzgado de lo social número 7 de Madrid obliga a Servicios Securitas a indemnizar a un empleado con un 39% de discapacidad psíquica que fue acosado y maltratado en el trabajo.
Luis llevaba trabajando en el servicio de paquetería y mensajería de la Torre Picasso de Madrid desde junio de 1997, pero el infierno empezó quince años más tarde: un día era el chico de los recados de los otros trabajadores, otro día era insultado por haber traído el bocadillo equivocado y un día sus compañeros le ataron con cinta aislante a una silla y apareció en su casa con moratones en los brazos. Luis no se llama Luis, tiene un 39% de discapacidad psíquica reconocida, y un juzgado de Madrid acaba de condenar a su empresa a indemnizarle con más de 44.000 euros por, entre otras cosas, no haber evitado una situación de acoso de la que tenía conocimiento.
El juzgado de lo social número 7 de Madrid ha condenado a la empresaServicios Securitas S.A a indemnizar a este trabajador con 44.892,02 euros: aproximadamente la mitad se corresponde con la extinción de su contrato , y el resto con una indemnización de daños y perjuicios por, según el fallo, vulnerar su derecho fundamental a la dignidad y a la integridad física.
Según los hechos que la jueza Inmaculada González ha declarado probados, la víctima llevaba trabajando desde 1997 en la Torre Picasso del Paseo de la Castellana de Madrid -desde 2008 para Servicios Securitas - y el acoso empezó en 2012. Obedecía a su jefa "en todo, tanto si eran órdenes laborales como no laborales, como por ejemplohacerle la compra para su casa". El hijo de su jefa se incorporó a la oficina y sus atribuciones aumentaron: era el encargado de salir a comprar los bocadillos de media mañana, y si se equivocaba le llamaban"tonto e imbécil", teniendo que pagar la diferencia de su bolsillo. "Era frecuente que le tiraran a la cara gomas, bolas de papel o clics a la voz de 'tonto, imbécil, que no te enteras".
Un maltrato probado por la Justicia del que él no se daba cuenta: su 39% de discapacidad psíquica reconocido por la Comunidad de Madrid posteriormente le hacían "insumiso, aquiescente, incapaz de enfrentarse a problemas nuevos y que tiende a culpabilizarse de todo lo que pasa", sin ser consciente de su discapacidad. Las intervenciones de su hermana tampoco mejoraron la situación: le empezaron a pegar en los brazos y a llamarle "chivato". Sólo encontró un poco de calma cuando su familia le prometió que nunca más volvería a su trabajo. Tras seis horas con la psicóloga descubrieron que un día le habían atado con cinta aislante a una silla, y que otro le habían tapado la cabeza con una bolsa y sólo se la habían liberado para beber champán, mientras varios lo grababan en vídeo.
La empresa, responsable
La sentencia declara probada la situación de acoso y maltrato pero también carga contra la empresa, que "nada hizo para poner coto a estas conductas, ni tan siquiera cuando por petición de la hermana intervino el Jefe de Seguridad de Torre Picasso", advertencia a la que también hay que añadir la de una delegada sindical de Comisiones Obreras. Asegura que "no es excusa que la empresa cuente con códigos éticos, líneas internas de denuncia o compliance, porque no son instrumentos hábiles para que los maneje un discapacitado intelectual aterrorizado", concluyendo que "la empresa es la responsable de las consecuencias" y que conocía la discapacidad que sufría su trabajador.
En declaraciones a Radio Madrid, el letrado defensor de la víctimaCarlos Javier Galán, de Alberche Abogados, destaca que a lo largo del proceso judicial la empresa se ha puesto del lado de los supuestos acosadores en vez de brindarle apoyo a la víctima.
La sentencia revela que la empresa llegó a pedir, a lo largo del proceso,los movimientos bancarios de la víctima, algo "contrario al derecho a la intimidad y que además a nadie interesa" según la sentencia. Resalta también que víctimas como su cliente, con una discapacidad psíquica,son "especialmente vulnerables" por su reticencia a denunciar el acoso o simplemente a reconocerlo.
Pesadillas, insomnio y miedo
Según declara probado también la sentencia, las consecuencias de años de acoso y maltrato se traducen en flashbacks, pesadillas, insomnio y "miedo intenso a volver al lugar de trabajo". Según su abogado, podrávolver a integrarse en el mercado laboral, con el apoyo de su familia y de compañeros que "no le hagan la vida imposible".
La sentencia es recurrible ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, y por tanto no es firme.
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