El vigilante de seguridad apuñalado en la estación de Sant Vicenç de Calders y que se salvó de consecuencias más trágicas porque el teléfono móvil que llevaba en la chaqueta impidió que el puñal llegase a su cuerpo, se recupera de lo que quedó en un susto. El vigilante, vecino de Segur de Calafell, ha optado sin embargo por coger unos días de baja.
La aparente normalidad volvía ayer a la estación de Sant Vicenç, donde a primera hora otra vez un único vigilante de seguridad permanecía en el andén. Diversos usuarios del tren se acercaban para preguntar por el estado de su compañero. Esos mismos usuarios lamentaron que como tantas otras veces sólo hubiese un vigilante.
Infraestructura estratégica
El ataque ha vuelto a revelar la precariedad en la que están los vigilantes, incluso en infraestructuras estratégicas como son las vías de tren, pese a estar en nivel cuatro de alerta terrorista. Un desamparo que denuncia la Asociación Marea Negra, que clama contra la falta de medios y apoyos con los que los vigilantes deben enfrentarse a diario.
Marea Negra advierte que un teléfono móvil ha salvado la vida a un vigilante «porque a pesar de estar en zonas conflictivas, como la estación de Sant Vicenç, carecemos de chalecos antiapuñalamiento». Y el de Sant Vicenç no es el primer ataque a vigilantes con objetos punzantes.
Recortes
Para Marea Negra la falta de medios ya parte del bajo presupuesto del gestor ferroviario Adif para vigilar sus instalaciones y que a su vez lleva a las empresas que optan a la concesión a bajar precios. La situación supone «dejar con mucho riesgo a los usuarios». No ya sólo por una acción terrorista, sino por la delincuencia más salvaje, como la que se vivió en la estación a mediodía del jueves.
Porque durante la mañana de ayer un único vigilante velaba por la seguridad en una de las estaciones más concurridas de la línea de Cercanías de Barcelona. En los horarios de tarde y de noche son dos los vigilantes. Un número también insuficiente, según los usuarios, que han denunciado la escasa vigilancia de la zona, que además queda apartada del núcleo urbano.
Los vigilantes están además desamparados por las autoridades judiciales y la administración. No sólo carecen del reconocimiento de agente de la autoridad que llevaría a mayores penas para los agresores, sino que también son cuestionados por la propia sociedad cuando realizan alguna acción de inmovilización o identificación a sospechosos.
«Turnos de 8 horas pasan a ser de 12». Y todo por un sueldo que ronda los 1.000 euros. «La seguridad sale barata a Adif. Si matan a un compañero, por 800 euros al mes ponen a otro», denuncia Marea Negra
Los vecinos ya avisaron de la peligrosidad de la estación de Sant Vicenç de Calders
«Mi padre me dijo ayer que no me acercase a la estación», explicaba un joven al vigilante de seguridad que en la mañana de ayer vigilaba la estación de Sant Vicenç. El vigilante sólo escuchaba. Otra mujer se acercó. «¿Cómo está tu compañero?». Aquí sí contestó: «Recuperándose del susto».
El ataque a los vigilantes era para los vecinos cuestión de tiempo. Ya se habían producido otros en la misma estación. Y volverá a haber más, decía la mujer.
La estación de Sant Vicenç de Calders carece de tornos para acceder a los andenes. Tampoco serían útiles. Hay numerosos accesos en ambos lados de las vías. Por ello es fácil ver a muchas persona en los bancos que no tienen pinta de ser usuarios del tren. La asociación de vecinos de Coma-ruga ha denunciado en reiteradas ocasiones la inseguridad que hay en la estación, por lo que reclaman patrullas de la Policía Local por lo menos a las horas de llegada de los trenes. Muchos padres van a buscar a sus hijos cuando llegan en tren principalmente desde Barcelona, adonde van a estudiar.
También los vecinos señalan un paso subterráneo que accede a la estación y que es una ratonera sin ningún tipo de iluminación.
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