Una treintena de agentes privados de seguridad se manifestaron ayer frente a la puerta principal de la estación de Sants para denunciar que, sin más y mejor ayuda policial y judicial, no serán capaces de poner fin a la creciente inseguridad que, según ellos, testigos de primera mano, sufren los pasajeros en los trenes deRodalies de Renfe, en Ferrocarrils de la Generalitat y también en el metro de Barcelona. El conflicto, asegura, se arrastra desde hace tiempo, pero el hecho de que el pasado 3 de enero un vigilante de la estación de Sants, Rafael, presente en la protesta, fuera empujado a las vías por una banda y resultara herido, ha desbordado el vaso de la paciencia.
Aquel suceso ocurrió a las siete de la tarde, una hora tranquila, salvo porque era sábado. Javier Taltavull, portavoz de la protesta, explicó que tienen muy claro cuáles son los momentos más tensos en la red del ferrocarril. La ida y el regreso de algunas discotecas del Maresme suelen ser horas conflictivas. Los trenes con destino al Vallès son también temibles en ocasiones. En el metro, según uno de los vigilantes que acudió a la manifestación, las líneas L-1 y la L-4 son las menos seguras. La inseguridad --explicaron-- tiene muchas caras. A veces se trata de la acción de carteristas que actúan con sigilo. Los pasajeros, en esos casos, apenas perciben lo que sucede, salvo que sean las víctimas directas de los ladrones. Peor es cuando grupos de jóvenes intentan entrar por la fuerza en los andenes, sin billete. Eso es lo que sucedió el pasado 3 de enero, cuando Rafael fue empujado a la vía. Una decena de vándalos rompió los cristales de las puertas por las que acceden al andén los pasajeros con maleta y después se enfrentaron a los Mossos d'Esquadra.
Agente muerto en Madrid
Aquella tangana ocurrió un día después de que en Madrid falleciera un agente de policía en circunstancias similares, salvo que, para su desgracia, fue empujado justo cuando pasaba un convoy. Los vigilantes avisan: o se ponen soluciones al clima creciente de inseguridad que denuncian o algún día se lamentará una desgracia irreparable también aquí. De hecho, ya estuvo de ocurrir semanas atrás. «Quim, uno de nuestros compañeros, permanece en la UCI desde hace semanas. Fue agredido en la estación de El Prat», explicaron los manifestantes.
De todos los ejemplos que los vigilantes pusieron sobre lo que deben afrontar de forma habitual, tal vez el más acongojante sea el de qué sucede en algunos trenes de cercanías de madrugada, cuando los viajeros que van a trabajar coinciden en el mismo convoy con grupos que retornan de una noche de juerga. Lo máximo que podemos hacer a veces es aconsejar a los viajeros que se junten en los vagones de cabeza y ahí les podemos garantizar algo de seguridad. Mientras, en los vagones de cola --según contaron-- se fuma, se bebe alcohol y se hace el gamberro , y todo ello, por supuesto, sin billete correspondiente. No es un lugar seguro, ni siquiera para los vigilantes.
Los manifestantes subrayaron que ellos son víctimas de esta degradada situación, pero también los viajeros, en especial los extranjeros, que no es extraño que se queden sin sus carteras y cámaras de fotos nada más descender del tren en la estación de Sants.
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