El magistrado les ha impuesto 14 meses de internamiento en un centro en régimen cerrado.
Uno de los jóvenes les dijo que 'yo y mis hermanos del ISIS os cortaremos la cabeza a todos'
Uno de los episodios más graves ocurridos en los últimos años en la demarcación se produjo el 20 de julio del año pasado, donde no faltaron agresiones, lanzamiento de piedras a vigilantes y revisor e incluso la activación de la palanca de emergencia de un convoy. Los hechos ocurrieron en un tren y acabaron con cuatro detenidos. Dos de ellos –marroquíes– tenían 16 y 17 años y ahora han sido condenados por el Juzgado de Menores de Tarragona a 14 meses de internamiento en régimen cerrado en un centro, siendo los dos últimos de libertad vigilada como autores de un delito de desórdenes públicos, otro de atentado a agentes de la autoridad y dos delitos leves de lesiones. Sus progenitores deberán indemnizar a uno de los vigilantes con 150 euros y a otro con 240 por las lesiones sufridas. La medida impuesta por el magistrado es la que había solicitado la fiscal del caso, mientras que la defensa solicitaba la absolución.
Según recoge la sentencia, entre las seis y las siete de la tarde del 20 de julio de 2015 los dos menores viajaban en unión de otros dos jóvenes mayores de edad en un tren procedente de Barcelona con destino a Lleida. En el trayecto entre Vila-seca y Reus fueron requeridos por el interventor para que exhibieran los correspondientes billetes. El grupo se negó a ello, por lo que el revisor solicitó el apoyo de los vigilantes de seguridad que iban en el mismo convoy.
Una vez se acercaron al punto los vigilantes, los acusados adoptaron una actitud «agresiva y chulesca», persistiendo en su negativa y diciéndoles: «No vamos a pagar, ni hoy, ni mañana, ni nunca, subnormal. No hace falta que vengan estos gorilas». A la vista de ello, los dos vigilantes indicaron a los acusados que se acercaran a la plataforma de salida para apearse del tren en la próxima estación. Pero ellos respondieron diciendo: «No nos vamos a mover, haremos lo que nos dé la gana». Al ser obligados a ello, comenzaron a insultar y a amenazar a los vigilantes: «Ya os pillaremos sin el uniforme (...), os vamos a matar, (...), yo y mis hermanos del ISIS os cortaremos la cabeza a todos».
Finalmente, uno de los menores accionó la palanca de emergencia para parar el tren, forzando a continuación las puertas de salida y saltando a las vías, desde las cuales comenzaron a arrojar piedras al convoy, impactando varias de ellas en el brazo de uno de los vigilantes.
Uno de los menores reconoció, durante su declaración en el juicio, que iba en el tren, y que lo acompañaba el otro acusado –a pesar de que éste lo negó–. Los dos mossos d’esquadra que visionaron las imágenes del vídeo reconocieron a los dos menores, a los que ya conocían de intervenciones anteriores. Por su parte, una pasajera del tren –que grabó los hechos en vídeo– afirmó que los dos menores se encontraban en el tren y los reconoció «sin ninguna duda». Añadió que los dos participaron en los insultos y agresiones a los vigilantes a quienes, además, pretendían quitarles las porras y el spray.
Uno de los jóvenes, encausado en 14 procedimientos
Los dos menores de edad ahora condenados son muy problemáticos, según el equipo técnico de los Juzgados. Uno de ellos se encontraba encausado en 14 procedimientos. Presentaba un absentismo escolar, repitiendo segundo curso de ESO y posteriormente abandonó un programa de formación de pintura así como un curso de inserción laboral, por falta de implicación y voluntad. Ha sido diagnosticado de trastorno de adaptación con predominio de alteraciones disociales. Sus figuras parentales muestran serias dificultades para controlar y supervisar al menor fuera del entorno familiar. Tras cometer los hechos cumplió una medida de internamiento semiabierto en un centro.
Por su parte, el otro menor forma parte de una familia de ocho hermanos. Sus progenitores se muestran desbordados por el número de hijos y presentan dificultades para cumplir las funciones de control y supervisión sobre ellos, a pesar de su voluntad de inculcarles el respeto y acatamiento a las normas establecidas. El menor abandonó los estudios de cuarto de ESO. Su dinámica cotidiana discurría en la calle, sin control familiar alguno. Era la séptima vez que era encausado y no reconoció su responsabilidad en los hechos. Fue expedientado disciplinariamente en cuatro ocasiones en el Centre Educatiu l’Alzina, donde cumplía la medida cautelar de internamiento en régimen cerrado, todos ellos por peleas y agresiones con otros internos, por lo que su situación era de alto riesgo y crítica.
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