Los vigilantes que custodian el polvorín del tramo de Zumarraga llevan 2 meses sin cobrar. "No podemos negarnos a trabajar, la Guardia Civil puede obligarnos".
Entre los centenares de trabajadores que construyen la ‘Y’ vasca hay algunos que las están pasando canutas. "Un compañero se ha visto obligado a acudir a Cáritas porque no tiene para comer, otro viene al curro en bicicleta para no mover el coche...", enumera un operario de las obras del Tren de Alta Velocidad (TAV) que se ejecutan en Zumarraga. Se refiere al equipo de seguridad del tramo, los encargados de custodiar los accesos, el perímetro y, sobre todo, el polvorín en el que se almacenan los explosivos que permiten abrir camino en la zona al túnel más largo que tendrá el trazado ferroviario. Los vigilantes llevan dos meses sin cobrar porque su empresa, Bizala, roza la quiebra y tiene las cuentas bloqueadas. Así que los profesionales se ven obligados a seguir en su puesto casi sin margen de maniobra. "Sabemos que no hay dinero, pero no podemos quedarnos en casa porque nos despedirían. Tampoco podemos protestar negándonos a abrir el polvorín porque vendría la Guardia Civil y nos obligaría a hacerlo".
Bizala entró en concurso voluntario de acreedores el pasado 7 de noviembre, dos días después de no pagar la primera nómina a sus 225 trabajadores. "No nos avisaron, nadie nos dijo que las cosas iban mal", lamentan los empleados. Custodian edificios, hacen labores de escolta... pero sus principales clientes son Euskotren y la Unión Temporal de Empresas (UTE) que construye el tramo del TAV que cruza Zumarraga. Allí son trece los vigilantes. Trabajan a turnos las 24 horas del día porque el polvorín no puede perderse de vista. Buena parte de la deuda que asfixia a la empresa, que tiene su sede social en Bilbao, son los pagos pendientes con Hacienda y en estos procesos las obligaciones pendientes con la Administración siempre son las primeras que deben zanjarse. Después, todo lo demás.
Bizala les insiste para que se presenten en Zumarraga cada día porque cualquier fallo de vigilancia en las obras de la ‘Y’ vasca y los explosivos puede acarrear duras sanciones... y la rescisión del contrato firmado hasta 2016, una alternativa que, según ha podido saber este periódico, la UTE está intentando ejecutar para cerrar este capítulo. En medio los trabajadores, a los que el administrador concursal ha prometido una paga de "300 ó 400 euros" la semana que viene. "Ese dinero es una limosna", lamenta un vigilante. "Si no fuera porque hay compañeros que están pasando hasta hambre yo la rechazaría. Es inaudito que algo así ocurra en una obra pública en la que se están invirtiendo tantísimos millones y que ni Fomento ni el Gobierno vasco muevan un dedo". Pase lo que pase durante los próximos días, haya pago o no, el proceso concursal seguirá adelante. Según los plazos marcados oficialmente, la operación concluirá a finales de enero con la vuelta a la normalidad o la liquidación de la firma. De momento, el administrador ya ha advertido a los clientes de Bizala que les reclamará los pagos por vía judicial para poder acelerar el reparto.Aunque fuera con retraso, el administrador público que se ha puesto al mando del concurso de acreedores contaba con abonar los salarios de los trabajadores teniendo en cuenta la previsión de los ingresos que debía percibir Bizala, pero algunos clientes, entre ellos la UTE ‘Túnel de Zumarraga’, han dejado de pagar al saber que el dinero iba a ir directo a Hacienda y no a los profesionales. Aún así, los vigilantes siguen allí. A pie de obra. A cada uno se le adeudan 2.800 euros y parte de las 270 horas extras que llevan acumuladas en 2014. "La empresa nos pide que vayamos a trabajar, aunque la situación es límite. No es el mejor modo estado para portar armas y vigilar material peligroso", explican los afectados. "Nadie va a hacer una locura –matizan–, pero es imposible estar tan concentrado como requiere una labor así".
Compra conjunta
A expensas de los movimientos, los vigilantes del TAV en Zumarraga hacen encaje de bolillos. "Entre unos cuantos hemos puesto un bote para hacer una compra para que la familia de otro compañero pueda pasar los próximos días, pero se acerca Navidad y somos varios los que vamos a tener que dejar a nuestros niños sin regalos", explica un afectado mientras trata de pagar un café al periodista. "Solo tengo dos euros", se justifica. En unas horas debe volver a la obra para hacer su turno. "Dicen que no hay dinero, pero el administrador nos ha dicho que pidamos dinero para gasolina y así llegar al tajo. No sé si se creen que somos tontos...".
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