El Gobierno propone convertir en polígonos las zonas de invernadero (Almeria) protegidas por seguridad privada.

Almería quiere poner puertas al campo. Un ambicioso plan de seguridad ideado por la Comisaría Provincial de la Policía Nacional y auspiciado por la Subdelegación del Gobierno propone convertir vastas zonas de invernadero en polígonos industriales. El objetivo es reforzar la protección de espacios acotados, más ordenados, menos caóticos, e introducir el apoyo de la seguridad privada.

El proyecto ya está en manos de las organizaciones agrarias en la provincia y es vanguardista en el país. Sus promotores creen que puede abrir un nuevo camino en la regulación de grandes zonas agrícolas.

El subdelegado del Gobierno, Andrés García Lorca, anticipa dos pasos necesarios. “Implica que las administraciones competentes en la gestión territorial planifiquen y ordenen el uso del suelo acorde al modelo productivo específico (polígono industrial), incluyendo sistemas generales y servicios”, señala en primer lugar. “De otra parte, los propietarios y productores deben comprometerse con la seguridad de sus recintos instalando y utilizando medidas de protección pasivas mínimas e imprescindibles”, añade.

Esto es, la Subdelegación del Gobierno propone acotar las parcelas y convertirlas administrativamente en polígonos industriales, siempre que los productores agrícolas contraten medidas de seguridad privada como complemento a la Policía y la Guardia Civil. “Hay que mejorar la ordenación de las áreas de invernadero y proteger las instalaciones, como paso previo a una eficaz acción policial”, apostilla García Lorca.

La Subdelegación del Gobierno plantea inicialmente una experiencia piloto en los cultivos bajo plástico de la capital, con muchas posibilidades por su fisonomía.

A favor cuenta con el plan de la Comisaría de Almería para la protección del campo, muy avanzado, con agentes especializados desde principios de año y con una nueva “zonificación” ya finalizada. (desde el Río Andarax hasta Rambla Morales se dibujan cuatro sectores). Además, la superficie invernada ronda las 2.000 hectáreas, es decir, muy inferior a las existentes en el Poniente o Níjar.

En su contra, el plan tiene la dificultad de la necesaria inversión por parte de los agricultores y, especialmente, la división de los ‘nuevos polígonos de invernaderos’ en un diseminado con viviendas y núcleos urbanos. Se requiere, por tanto, un estudio exhaustivo y complejo.

En este sentido, la Policía Nacional y la Subdelegación del Gobierno han trabajado sobre plano antes de llevar la propuesta a los agricultores. Así, lugares como el Bobar, Loma Cabrera, la superficie entre La Cañada de San Urbano y Costacabana o Venta Gaspar ofrecen un ‘dibujo’ propicio para la experiencia.

Pero, ¿qué ventajas ofrecería la creación de polígonos? Según el proyecto, los beneficios serían directos para la seguridad de los invernaderos y almacenes. En primer lugar, el campo estaría más ordenado y se paliaría el caos de nombres y rutas tradicional en el diseminado de Almería. En segundo lugar, la colocación de un vallado perimetral permitiría limitar la movilidad de los vehículos, un objetivo clave para frenar los grandes robos de productos hortofrutícolas con camiones y furgonetas. Y en tercer lugar, la elección de una o dos puertas de acceso al interior reduciría la necesidad de cámaras de seguridad a unos pocos puntos estratégicos (esquinas, entradas y salidas, por ejemplo).

De momento, las asociaciones agrarias acogen la idea con excepticismo. Francisco Vargas, presidente de ASAJA Almería, afirma que “cualquier elemento que busque mayor seguridad para el campo es bueno”, aunque teme que los delincuentes “se lleven también los materiales”. “Los agricultores pueden poner tecnologías, pero la obligatoriedad de la seguridad es las fuerzas y cuerpos del Estado”, matiza.

Por su parte, Andrés Góngora, responsable de COAG, ve la puesta en marcha “muy compleja”. “A efectos de seguridad se podía reparcelar como un polígono industrial, pero esto es suelo agrícola y así pagamos la como contribución, el suelo de los caminos no son nuestros. Los polígonos tienen una virtud, pero las calles son parte del suelo del propio polígono”, plantea. Además, presenta sus dudas sobre las posibilidades en áreas más extensas.

“No sé hasta qué punto podría hacerse en el Poniente”. La propuesta está en la mesa de debate, con los pros y los contras de una iniciativa desconocida hasta ahora.

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